jueves, 11 de marzo de 2010

Y de pronto desperté en un sueño que era realidad.

Amaneció, me despertó un tímido rayo de sol que se colaba por la cortina para avisarme que el día comenzaba, otra nueva oportunidad que me daba Dios para enmendar el camino y enderezarlo de una buena vez.

Muy a pesar de haber dormido suficiente y muy cómodamente; me levanto de la cama con una flojera y apatía más fuerte de la normal, propias de estas horas del día. Al salir de la habitación me doy cuenta que me encuentro en medio de un ambiente afásico y yermo. Situación ésta que me agarra de sorpresa, me acuesto en un lugar y pareciera que me despierto en otro.

Con un entendible temor, me acerco a la puerta para salir y ver alrededor. Reconozco el interior del sitio donde estoy, más no así el contexto. Abro la puerta y lo que diviso sería una escena típica del estilo de Alfred Hitchcock, gente que conozco y completos desconocidos también, están dominados por una extraña fuerza o sentimiento de exaltación, se atacan unos a otros separados por un río muy caudaloso y violento, cada grupo o bando se encuentra en orillas diferentes. No termino de pasar mi sorpresa cuando aparezco de pronto en un bote y transito por las aguas de aquel río. En el recorrido logro contemplar a detalle cada persona y su actitud, me inquieta en demasía el sentimiento de venganza, dolor, acusaciones y autarquía de las personas en cada orilla del río.

Sin embargo; cuando miro hacia atrás me doy cuenta que en el bote no voy solo, me hacen compañía una gran cantidad de personas, que al igual que yo son víctimas del desconcierto, en no entender qué está pasando. De pronto en la lontananza, uno de mis desconocidos acompañantes, logra atisbar una especie de delta, de desembocadura de aquel río en el que nos encontrábamos.

Muy asustados, atravesamos las aguas turbulentas de aquel delta, y terminamos en medio de un lago, de agua apacibles y hermosas, un lugar celestial, tan hermoso y acogedor que muchos de los que estaban en el bote se atrevían a musitar que habíamos muerto y llegado al paraíso. Cuando el bote llegó por sí solo a la orilla de aquel lago, nos bajamos y comenzamos a caminar sin separarnos unos de otros, como tratando de identificar el lugar en el que nos encontrábamos. Para seguir abonando situaciones a nuestra ya larga cuenta de pasmos, pude otear a una dama muy hermosa, coronada de 8 estrellas y vestida de harapos, que en algún momento fue un muy hermoso y lujoso vestido. La escena me recordaba a alguna que había leído en el libro del apocalipsis, lo que me hizo pensar, aunque no me atreví a decirlo a los demás, que en vez de estar en el paraíso, estábamos en medio del juicio final y trataba de vislumbrar en algún lugar los dichosos cuatro jinetes y los 144.000 sellados en la frente.

Me acerqué a aquella mujer, y pude ver que era muy hermosa, aunque estaba muy descuidada en su apariencia y vestidura, a un lado habían muchas riquezas, que aparentemente no le servían de nada en ese lugar. La mujer no paraba de llorar y pude ver entonces, con asombro, que sus lágrimas eran quienes alimentaban como un afluente al río. La mujer de pronto, señalaba a las personas que habíamos visto en las orillas del río y luego lloraba con más intensidad. No supe que decir ni que hacer al momento, tan sólo me acerqué un poco más y vi que por atrás de ella había una gran cantidad de personas, muchas más de las que ya había visto en las orillas del río o en el bote, estas personas estaban trabajando, y haciendo tareas propias de cada quien o haciendo su vida social sin ninguna preocupación, y aunque con cierta frecuencia pasaban al lado de la mujer compungida, no parecía que les fuera de interés, sólo querían estar y conservar aquella paz que se vivía en la localidad.

Para temor mío, pude ver que las personas exaltadas de las orillas del río no se encontraban aisladas, ni estaban imposibilitadas de llegar al sitio celestial de aparente paz en el que estábamos. Pude ver como entraban de a poco algunos de ellos y seguían con su contienda en aquel lugar, por lo que pude entender en el acto que la paz en la que vivían las personas que trabajaban o salían a su vida social, era sólo de apariencia, un espejismo que habían optado asumir como cierto para no darle importancia que otros hasta llegaban a matarse por tener ideas distintas. En mi corazón surgió entonces una sensación de asco, no podía comprender como esas personas preferían ser apáticas y dejar de lado todo para vivir su supuesta vida tranquila, mientras los otros se agredían mutuamente, mientras la hermosa mujer se secaba de tanto llorar. No parecían darse cuenta, que la falsa paz en la que vivían era tan frágil que pronto los violentos, que ellos ignoraban, formarían parte de su sociedad y para ese momento ya sería tarde el despertar.

Me acerqué nuevamente a la hermosa mujer, pero esta vez comprendiendo el por qué de su desgarrador llanto, era una madre que sufría por ver a sus hijos, separados, divididos e ignorados entre sí. Me senté a su lado y me dijo sólo 12 sustantivos: “Caruao, Caracas, universidades, periodistas, medios de comunicación, iglesia, comercio, envidia, odio, tolerancia, esperanza y despertar”. No entendí de momento el significado de aquellas palabras, que hacían que cada vez que esta mujer las pronunciara, salieran en torrenciales chorros lágrimas de sus hermosos ojos.

Me acerqué un poco más y quise abrazarla para consolarla y confortar en algo su dolor, pero me pareció incorrecto hacerlo sin siquiera saber su nombre. En medio de aquel devastador llanto, le pregunté – musitando: ¿Cómo te llamas? Y ella me respondió: “Venezuela”. Supe entonces que todo aquello no era un sueño, que el sueño era la fantasía en la que vivimos la mayoría, me senté al lado de la hermosa dama y comencé a llorar con ella, porque hacía frente de manera clara a mi realidad.

1 comentario:

Fernando Rodríguez Guzmán dijo...

Después de leer este relato "Y de pronto desperté en un sueño que era realidad", nos refleja claramente el mundo actual en que vivimos y no sólo en aquella hermosa mujer que llora por sus hijos, vestida ahora de arapos y que ayer era elegante y nada le faltaba. Es que en el mundo contemporáneo, en este siglo que nos ha tocado vivir (SXX Y SXXI), ha sido quizá los tiempos más sangrientos y crueles; en dónde se ha plasmado con quizá mucha más facilidad el egoísmo del hombre, en donde florece esa condición natural hacia el espiral de violencia que hay en cada uno de nosotros, producto sin duda alguna de nuestro pecado, nuestra lejanía con Dios y de nuestros hermanos.
Es que si bien es triste la situación de esa "Hermosa mujer" que está llorando y quebrada por sus hijos que se odian; a nivel mundial la situación no es mejor y al contrario, es quizá más dolorosa y lamentable....pueblos que se autodestruyen, como Haití; países riquísimos, desarrollados y poderosos, que están destruyendo nuestro planeta sólo por sus particulares ambiciones de poder en el concierto internacional...pueblos enteros que miran horrorizados hacia el continente africano como se muere literalmente de hambre y de atroces enfermedades y no hay una sola voz eficiente que diga BASTA!Las interminables guerras que se han vivido sin parar ni un sólo día desde el SXIX, hasta nuestros días y cada vez más atroces; con el agravante que se acerca a pasos agigantados una eventual hecatombe nuclear producto de la irracionalidad humana, y que irresponsablemente pregonan descaradamente los pseudos líderes internacionales de todas las tendencias políticas y religiosas, amenazando con el desarrollo del uranio enriquecido, para demostrar su poder de muerte y destrucción; como lo demuestran a diario las acciones más brutales y sangrientas de grupos terroristas en todo el mundo.Esa es nuestra triste realidad y el legado que le dejaremos a nuestros hijos y no hemos querido ni tenido la voluntad de caer en cuenta de estos errores, de estas situaciones tan atroces y propias de la irracionalidad consciente e irresponsable del hombre.
Luego, la reflexión de Jesús Romero, es real, es impactante, es preocupante, es chocante, es demoledora....pero, lamentablemente no está sólo circunscrita a "Su hermosa mujer" que la tiene a su lado y que se llama... VENEZUELA....