jueves, 2 de diciembre de 2010

A pesar de todo ... Venezuela.

Luego de una larga sequía en este blog, muy similar a la vivida por nuestro país, he decidido escribir un nuevo post muy a propósito, quizás, del fin de la sequía y el inicio de estás lluvias muy intensas para la época del año.
El motivo que me llevó a escribir de nuevo es un sentimiento, o mejor dicho, predisposición que me agobia y que considero que de a poco se hace colectivo en el país de una manera muy preocupante. El día de ayer 2 de diciembre se conmemoraron 3 años de la victoria del "NO" en el referendúm aprobatorio de la reforma de nuestra Constitución, en ese momento un júbilo que lamentablemente se convertía en novedad, en medio de una sociedad que se parecía haber acostumbrado o resignado a la tristeza, la derrota y el entreguismo. Esa última atmósfera me parece que ha vuelto a ser nuestro día a día, más allá de los resultados históricos del 26 de septiembre pasado. En conversaciones con muchos conocidos de todos los estratos y condiciones, he reconocido en ellos un espejo que me refleja, la decepción del comportamiento de gran parte del país, que al parecer vé todo normal y ha relativizado hasta lo atípico. En este momento muchos de quiénes me leen se dirán, que no, que ellos está muy entusiasmados y esperanzados con una salida pronta a toda esta oscuridad, yo comparto ese sentimiento, pero más como una meta que como una esperanza. La esperanza según la RAE se define como: "Estado de ánimo en el cual se nos presenta como posible lo que deseamos", sin embargo creo que allí radica nuestro principal atasco, en que presentamos todo lo que deseamos como posible pero con muy poco fundamento, indicando realmente la improbabilidad de que se logre o suceda algo.
Un gran sector del país está cansando e indignado frente al desgobierno que tenemos, pero también no entendemos lo poca acertiva que es la oposición que al parecer le conviene la permanencia de Chávez en el poder, como la relación de los líquenes y los árboles, uno vive si el otro también lo hace. De nuevo surgirá el comentario, sumamente trillado y desgastado según el cual no estoy ofreciendo nada, no propongo nada. Creo que pertenezco a ese grupo que a ratos se siente derrotado en medio de tanta mediocridad, ignorancia o lo peor de todo, indiferencia. Siempre he sido una persona muy nacionalista, que en más de una oportunidad tuvo la posibilidad de irse del país, siendo aún más joven y crecer y desarrollarse en el extranjero, en esos países cuya sociedad e instituciones son como el más profundo estado onírico de un sujeto. venezolano. Sin embargo; no lo hice por profesar un profundo amor por esta patria, por creer en ella, en su potencial. Hoy día en algunas oportunidades he manifestado que la única salida que le veo a Venezuela es Maiquetía y dejar atrás en un oscuro pasado este mal trago que hemos vivido. Seguramente no sólo me haya detenido la incertidumbre, prefiero creer que cuando el amor es sincero siempre sale a relucir y manifestar su reino por encima de toda tiniebla y adversidad.
Es por ello, que aunque no tengo argumentos sólidos para convencer de no irse a otros o de volver a quiénes ya lo hicieron, si son suficientes para mí. Creo en un país bendecido por Dios, en el que los sueños muy a pesar de unas cuantas pesadillas, sin son posibles. Un país tostado por un sol energizante y una luna lozana.
Si podemos, si lo creémos en lo profundo de nuestros corazones derribaremos murallas y seremos no lo que antes éramos, sino más bien algo mejor. Esos que hoy vemos ostentando el poder y con la soberbia en límites de infarto serán víctimas de la necia tendencia que tiene la historia humana de repetirse. No recuerdan que cuando la tragedia del Río El Limón en Aragua, llegó una señora muy soberbia y altanera vestida de camuflaje, que se sentía la todopoderosa por la circunstancia en la que vivía en ese instante, ¿dónde está ahora?. Un General Noriega en Panamá o un Idi Amín en Uganda, los "dioses" humanos que no terminaron más que como "ángeles caídos" bebiendo el amargo trago de la soberbia caducada. Por eso si podemos Venezuela, a pesar de todo.