martes, 23 de marzo de 2010

La calima, ¿reflejo del país?

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(Fotografía: Calima en Caracas - Y. Urdaneta).

A propósito del fenómeno de la calima o calina, ambos nombres son correctos, que se encuentra sobre varias ciudades del país, en especial en Caracas; es oportuno aclarar un poco qué es. La calima es la existencia de partículas de polvo, arena, humo o sustancias propias de la combustión en la baja atmósfera. A causa de la intensa sequía que vivimos en Venezuela se han presentado gran cantidad de incendios forestales y aunado a esto por acción del fenómeno del Niño, los vientos alisios, que barren esta acumulación de partículas, están detenidos, ocasionando la acumulación de esta sustancia.

Ahora bien, si somos capaces de ver a la naturaleza como creación divina, y el comportamiento de ésta como reflejo del ser humano, debemos concluir entonces que estamos en graves problemas. Una de las secuelas de la calima es el efecto invernadero que produce al atrapar el calor, eso es exactamente lo que ocurre en Venezuela, no sólo meteorológicamente hablando, también socialmente. Estamos en un país en el que todos los días se suman problemas y angustias que no pueden ser drenados y que nos atrapan en medio de la impotencia y un “calentamiento” emocional.

Otras de las consecuencias que trae consigo la calima es la proliferación de enfermedades respiratorias, reflejo nuevamente de la realidad del país, en el que vivimos bajo un constante clima de ahogo por las circunstancias y discusiones sin cuartel a la que ya tristemente nos habituamos, con un gobierno que no termina de asumir la parte de responsabilidad que le toca en el declive de la nación y aún luego de 11 años sólo culpa a los gobiernos anteriores, una oposición, que como en la calima, se ahoga en sus propias ambiciones de poder y una gran cantidad de apáticos que no se dan cuenta que con su actitud fría e indiferente, se asfixian poco a poco al igual que el país.

Finalmente la calima, en medio de esta densa bruma, no permite tener una visibilidad clara del lugar. Situación idéntica a la realidad del país, en la que en medio de la oscuridad que genera las acciones de quienes vivimos acá, sólo podemos vislumbrar un horizonte brumoso, lleno de ceniza y con la ruina como destino.

Así pues, la sequía refleja la falta de interés y amor por la patria, el alejamiento para con Dios, por seguir ideologías o personeros que sólo siembran odio y cosechan división. Las altas temperaturas, son reflejo del infierno en el que nos estamos convirtiendo, en el que sólo los demonios actualmente gobiernan o pretenden en un futuro llegar a gobernar. Todo sintetizado en la calima espiritual y moral en la que estamos. Estoy seguro que cada uno en su ciudad, estado o país, puede conseguir en la naturaleza el reflejo fiel de los que somos o de lo que son.

Sin embargo; si todavía estamos vivos, es porque nuestra misión en este mundo aún está inconclusa, los invito a convertirnos en esos vientos alisios que barren nuestras calimas o en esa lluvia que apaga nuestros incendios, disminuye la temperatura y limpia la atmósfera, permitiéndonos tener al frente un horizonte claro y esperanzador. Si no somos parte de la solución, somos parte del problema. Nosotros escogemos de que lado queremos estar. [Si gusta deje sus comentarios en este Post]

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